El sábado 2 de octubre no fue un día más. Una nueva peregrinación a Luján y quien esto escribe nuevamente embarcado en ese momento único. Porque durante las peregrinaciones uno va transitando diferentes estados de ánimo. Hay momentos de reflexión, de alegría, de bajón y de calma.
Una vez superado el cuadro de indignación por la desfachatez del "ministro de Dios", levantamos el carro nosotros y lo llevamos en andas como pudimos. Fue una de las mejores experiencias, ya que parecía que no podíamos y con perseverancia llegamos.
Entrada la década del cero, volví a ir varias veces más. La mayoría con El Perpetuo Socorro de Villa Luro, salvo un año que fui con la gente de la Iglesia San José de Flores y dos con el Santísimo Sacramento de Versailles. Con la de San José fue una experiencia brava. Quienes llevaban el carrito iban a doscientos por hora y no se los podía alcanzar. En un intento por alcanzarlos, me torcí un tobillo y caminé desde Rodríguez hasta Luján con una torcedura.
Con el Sacramento fue todo bien, costó más la segunda vez que la primera. Hasta que este año volví con El Perpetuo Socorro. Debo decir que la gente que dispusieron para la atención cumplió muy bien sus roles. Alcanzaban agua, caldos, sándwiches, alfajores, caramelos...
Pero siempre pasa algo. En toda peregrinación algo me ocurre. En este caso, en la parada de La Reja, hice cola para ir al baño químico. La piba que estaba adentro no salía más. Cuando sale se me adelante otra chica y sube. Estaba que volaba. Apenas sale, veo que otra me quiere pasar. Le dije: "no te enojes pero estoy yo".
Y ahí vino lo peor.
Me dijo "pero éste es el baño de mujeres. El químico de hombres está allá".
Y tenía razón, pero no sólo tenía razón sino que, junto con sus adolescentes amigas, comenzaron a reír. Un quemo total.
Salí del baño y vi que en el carrito comenzaban a poner cumbia, razón por la cual comencé a caminar y de ese modo pude llegar antes que el carrito, hecho histórico ya que por lo general quienes lo manejan van a doscientos por hora.
Al llegar a Moreno, noté cómo la brecha que separa las casas de gente pobre del otro lado de la vía, se está estrechando cada vez más con las quintas que están del lado de la ruta. Paradójico, una brecha estrecha y a la vez, lamentablemente cada vez más ancha y distante.
Los puestos estaban a full. A alguien se le ocurrió grabar un disco irritante que machacaba con la siguiente frase:
"para llegar bien a Luján y no perder sales minerales, tomate un GATORADE. GATORADE GATORADE GATORADE BIEN HELADO".
No, no exagero, el locutor trucho lo repetía cuatro veces. Y luego volvía la frase.
Y aunque no lo crean, siempre había gente pidiendo Gatorade. La publicidad poco convencional funcionaba y ese disco se había repartido en varios puestos a lo largo del camino.
Por otro lado, había puestos de venta de tortas, pasta frola, empanadas, y mucho chori. El olorcito era tentador pero no es conveniente clavarse un chori debajo de ese fuerte sol y en medio de una peregrinación.
Nuevamente como en los últimos años, el Speed fue la bebida más vendida, a cinco mangos la lata. Le seguía la cerveza helada.
El resto de la peregrinación fue muy veloz. Vaya a saber por qué pero llegamos a Rodriguez una hora antes que la estipulada, a las seis de la tarde. Allí nos aguardaba el siempre bien ponderado caldo. Los mosquitos libraban su batalla mientras caía el sol. La venta de bastones aumentaba, en un puesto a un iluminado se le ocurrió ofrecer bastones "cortados a medida". El precio era de dos pesos.
Como decía llegamos a Rodríguez temprano. Y salimos al rato para llegar a Luján once menos veinte de la noche. Insólito, jamás había llegado tan temprano. Y encima llevando el carrito. Esto era bueno porque por un lado, uno toma impulso automáticamente al llevar el carro, y por otro, me aseguraba que no se me escaparía en poder de ninguna pierna ligera.
Debo decir que me ayudó escuchar el mp3, sobre todo en los tramos finales, oír la voz de Ciro cantando "Vine hasta aquí" era realmente un placer.
A veces, cuando uno está en la parte oscura de la peregrinación, cansado y ampollado, piensa "éste es el último año, es un esfuerzo de la p... madre". Pero luego cambia de opinión.
Al llegar, la satisfacción y la alegría me inundaban el cuore, junto con las ganas de volver.
Cansancio y alegría. La Basílica es imponente y con los últimos arreglos efectuados hace unos años, ha quedado realmente para el aplauso.
A quien no fue y se anima, recomiendo esta peregrinación. Realmente llena y gratifica el alma.
Gus
4 comentarios:
Qué hermosa experiencia, Gus!!
Recuerdo cuando hace un par de años hice la procesión a pié a Luján. Fuí junto algunos amigos y comenzamos a las 17:00 y caminamos durante toda la noche llegando a la Basílica a las 5:30 de la madrugada!
Sabés que... cuando llegamos estábamos tan agotados que nos sentamos en la calle frente a la entrada de la Basílica y nos dormimos con nuestras mochilas en la cabezahasta las 7:00!!! Por fortuna cuando despertamos no nos habían robado!
Realmente fué una experiencia única! Fué la primera y única vez que la hice. Espero en algún momento volver y repetirla!
Te mando un abrazo, amigo!
LARDOUIN.
Hola Luis!
hiciste el mejor de los caminos, salir a llas cinco y media evita el sol del mediodía y las ampollas...muy buena idea!!
gracias por pasar amigo buena semana!!!!!!!!
Hola, GUs:
Juntar un millón de personas no es moco de pavo. Me emociona mucho ver estas manifestaciones de nuestro pueblo. Y este año, la Peregrinación encontró en vos a uno de sus mejores cronistas...¡Felicitaciones por la nota!
Un beso
Vane.
Hola Vanesa:
Ignoraba la cantidad final, lo que puede la fe...
Buen fin de semana!
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